RETO 27: LA ALTURA DE
MIRAS
Hemos entrado de lleno en
la técnica de Carrera, la cuarta disciplina Walden.
El lenguaje corporal si
importa.
“El que poco ambiciona,
poco puede recibir. La altura de miras no sólo abarca lo mucho, sino lo
elevado, lo digno y glorioso.”
Me contaba mi amiga
Claudia que durante muchos años se estuvo relacionando con gente “complicada”
que le hacía sufrir; por más que salía de una relación conflictiva entraba en
otra con alguien del mismo perfil. Un día alguien cercano le explico:
“Claudia si vas agachada por la vida solo podrás ver a
los que se arrastran por el suelo, si te incorporas tu campo visual se
amplifica y nadarás con quienes caminan en cunclillas como tú. Sin embargo, si
tienes el valor y la confianza de alzarte y levantar la barbilla, descubrirás
que existen ángeles y el cielo.”
Esta reflexión me hizo recordar mi running de hace
años cuando iba mirando al suelo. Mis ojos enviaban a mi cerebro imágenes de cuestas,
raíces y milímetros de suelo. El camino se hacía interminable, pues sentía mi
cuerpo se arrastrándose lentamente como una serpiente por el terreno.
Mi satisfacción estaba en
el placer de la lucha y el futuro descanso del guerrero. Mis compañeros de duelo
eran las chicharras, las cucarachas, las hormigas, las lagartijas y las víboras
del sendero. Ufffff me entran escalofríos sólo de recordarlo
La postura del Árbol Walden: la barbilla levantada, las
miras altas, los ojos clavados en el cielo.
El paisaje cambia. Dejan
de verse los obstáculos, las cuestas y los milímetros del terreno pues los ojos
están fijos en las copas de los árboles y las aves en el firmamento. No se
siente el movimiento, la sensación es como si se hubiera detenido el tiempo porque
nuestro destino, el cielo, está quieto.
Mi satisfacción procedía
de no sentir el esfuerzo sino sólo deseo de disfrutar el momento.
“Ojos que no ven corazón que no siente” . Mis
ojos no podían ver los obstáculos del terreno, por eso no pudieron soplarle al
cerebro “cuidadín que Pilar está corriendo.”
Despiértate cada mañana con un objetivo bonito concreto,
una ilusión, aunque se pequeña. Invéntala. Pon tus miras en ella y verás como no
te incomodan ni los atascos, ni las personas ni los baches del terreno. Tu carretera estará demasiado elevada para que
te molesten los que no saben circular por ella.
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