domingo, 22 de julio de 2018


RETO 27: LA ALTURA DE MIRAS 

Hemos entrado de lleno en la técnica de Carrera, la cuarta disciplina Walden.
El lenguaje corporal si importa.

“El que poco ambiciona, poco puede recibir. La altura de miras no sólo abarca lo mucho, sino lo elevado, lo digno y glorioso.”

Me contaba mi amiga Claudia que durante muchos años se estuvo relacionando con gente “complicada” que le hacía sufrir; por más que salía de una relación conflictiva entraba en otra con alguien del mismo perfil. Un día alguien cercano le explico:
                “Claudia si vas agachada por la vida solo podrás ver a los que se arrastran por el suelo, si te incorporas tu campo visual se amplifica y nadarás con quienes caminan en cunclillas como tú. Sin embargo, si tienes el valor y la confianza de alzarte y levantar la barbilla, descubrirás que existen ángeles y el cielo.”
                Esta reflexión me hizo recordar mi running de hace años cuando iba mirando al suelo.   Mis ojos enviaban a mi cerebro imágenes de cuestas, raíces y milímetros de suelo. El camino se hacía interminable, pues sentía mi cuerpo se arrastrándose lentamente como una serpiente por el terreno.
Mi satisfacción estaba en el placer de la lucha y el futuro descanso del guerrero. Mis compañeros de duelo eran las chicharras, las cucarachas, las hormigas, las lagartijas y las víboras del sendero. Ufffff me entran escalofríos sólo de recordarlo
               
                La postura del Árbol Walden: la barbilla levantada, las miras altas, los ojos clavados en el cielo.
El paisaje cambia. Dejan de verse los obstáculos, las cuestas y los milímetros del terreno pues los ojos están fijos en las copas de los árboles y las aves en el firmamento. No se siente el movimiento, la sensación es como si se hubiera detenido el tiempo porque nuestro destino, el cielo, está quieto.
Mi satisfacción procedía de no sentir el esfuerzo sino sólo deseo de disfrutar el momento.
 “Ojos que no ven corazón que no siente” . Mis ojos no podían ver los obstáculos del terreno, por eso no pudieron soplarle al cerebro “cuidadín que Pilar está corriendo.”
                Despiértate cada mañana con un objetivo bonito concreto, una ilusión, aunque se pequeña. Invéntala. Pon tus miras en ella y verás como no te incomodan ni los atascos, ni las personas ni los baches del terreno.  Tu carretera estará demasiado elevada para que te molesten los que no saben circular por ella.

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