RETO 26.- LA POSTURA DEL ARBOL.
La rosa blanca de mi jardín
se está marchitando, este verano se fueron muriendo todas las flores una tras otra,
pero ella seguía ahí, iluminando mi vida. He desayunado cada mañana observándola y sintiendo
que un ángel protegía mi hogar.
El jueves dejé a mi hija pequeña,
Carmen, en el aeropuerto camino de Australia, el último año de su carrera. La única
que me quedaba, mi angelito, mi luz y mi inspiración. Qué casualidad mi rosa y
ella me abandonan el mismo día.
He cogido la manguera
para tratar de resucitarla, pero más que abría la llave sólo salían unas gotitas
de agua. ¿Qué raro? – pensé. Revisé el grifo, pero estaba abierto a tope.
Recorrí toda la manguera
con la vista y descubrí que había un codo impidiendo que fluyera el agua, un
atasco. La enderecé y flash… el agua circuló
con tanta presión que del impacto salí disparada hacia atrás.
Ufff, pensé, lo mismo me
pasa en mi running, a veces me
esfuerzo en controlar conscientemente mi respiración, pero me olvido de repasar
mi postura del árbol y el agua no fluye.
“Run tall”
Nuestro eje central que
va desde la cabeza hasta el coxis sostiene nuestro cuerpo atravesando nuestra
columna vertebral. Ese eje, no los músculos de las piernas, es el que soporta el
peso de nuestro cuerpo. Debo transformarme
en un árbol erguido aspirando a tocar el cielo.
Debemos visualizar un palo
de acero atravesándonos, como un pincho moruno, desde la cabeza hasta el coxis
y lo alineamos con el tobillo. Avanzamos rectos como si una mano nos empujara suavemente
por detrás a la altura del ombligo.
El tronco se desplaza
derechito sin inclinarse por la cintura y abriendo el pecho (como si quisiera
decir aquí estoy yo) . El oxígeno de esta manera discurre sin obstáculos, libre,
encendiendo a su paso cada célula de nuestro cuerpo.
El horno empieza a quemar
y oímos una vocecita “como la de los hermanos Marx” gritando: ¡Mas Madera, Mas Madera!.”
No hay codos que impidan
que la energía fluya.
Pensad en los Masai corriendo
por Tanzania, mirando al frente, tun tun tun tun, como si en vez de trotar,
flotaran.
Elegid quien queréis ser:
- Un Masai
- O uno de esos corredores que arrastran sus cuerpos,
el tronco doblado a la altura del ombligo, la frente y el pecho mirando al
suelo y el sufrimiento dibujado en el rosto. A veces incluso se les oye gemir “ayyyy,
ayyyy, ufffff…
Yo elijo ser un Masai, un Walden Runner, mi
sonido el tun tun tun, mis ojos mirando al cielo, por si acaso allí vuelvo a
encontrar a mi rosa blanca.
PD. Amparo, nuestra Walden
Runner más veterana, corriendo como un Masai en Torrelodones.
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