lunes, 16 de julio de 2018



RETO 23: EL MOMENTO EN QUE TODO CAMBIÓ

Aprendiendo a comprender la fatiga.

 

A lo largo de nuestra vida nos habremos encontrado muchas veces en esa situación en la que estamos perfectamente, nos sentimos fuertes y con ganas de hacer mil cosas hasta que de repente recibimos una llamada o viene a nuestra cabeza un mensaje negativo que nos tumba. Pasamos en dos segundos de estar pletóricos a sentirnos extenuados.

Cualquier cosa, importante o no, se convierte en el mazazo.

 

El mazazo en el mundo del deporte es más fulminante todavía.  Un futbolista puede estar en su mejor momento en el campo y dos minutos después dar un giro radical al asaltar su mente un recuerdo o visualizar alguna idea con carga emocional.

Un runner puede ir trotando sobrado de energía y en dos segundos pararse en seco.

 

La fatiga se cuela en nuestro rendimiento con una facilidad tremenda ante cualquier presión física o emocional.

 

¿Cómo evitar que esto suceda?

Ayer os hablé de ello “cognitive appraisal” o “evaluación cognitiva”: la capacidad del cerebro de manejar situaciones de presión física o emocional para que el cansancio o la fatiga se reduzcan.

 

Debemos comprender que no es el desgaste físico el que nos detiene normalmente, nuestro potencial está mucho más allá. La prueba está en que si en este momento aparece un león o un hombre con un cuchillo salimos corriendo a la velocidad de un kenyata.

 

Es la incertidumbre o el miedo que destruye nuestra confianza.

No ha pasado absolutamente nada, simplemente una araña imaginaria se ha metido en nuestro sistema nervioso y lo ha noqueado. Este controla nuestros músculos y articulaciones transmitiéndole señales de parálisis.

 

Solución:

En el método Walden, le damos la misma importancia al Walden Harmony: Sexto Sentido que al entrenamiento físico precisamente por lo anterior.

Es la capacidad de detectar lo que sucede en nuestra mente para poder tener preparada una buena estrategia de defensa (nuestro almacén de metralla) para cuando esto ocurra.

Pasos:

1º.- Comprender el proceso.

2º.- Reconocer la existencia de la tarántula cuando llega. La mera observación ya de por si es como un soplete aplicado al insecto.

3º.- No exagerar, no asustarse porque esto aumenta su tamaño, es como echar gasolina al fuego.

4º.- Acceder al bicho para noquearlo a través de la respiración. Esta nos conectar con la realidad: escaneamos el cuerpo y cotejamos su buen estado.

5º.- Asumir que no va a desaparecer, pero se va a descargar del contenido emocional, y se esconderá aburrida esperando otro posible asalto.

6º.-  Prepararse para otro asalto ocupando la mente con una imagen motivadora. Aplastamos a la tarántula con una visión.

 

Resultado: Vuelve la energía

Pilar Amián

pamian@metodowalden.com
 

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