RETO 23: EL MOMENTO
EN QUE TODO CAMBIÓ
Aprendiendo a comprender la fatiga.
A lo largo de nuestra vida nos habremos encontrado muchas
veces en esa situación en la que estamos perfectamente, nos sentimos fuertes y
con ganas de hacer mil cosas hasta que de repente recibimos una llamada o viene
a nuestra cabeza un mensaje negativo que nos tumba. Pasamos en dos segundos de
estar pletóricos a sentirnos extenuados.
Cualquier cosa, importante o no, se convierte en el mazazo.
El mazazo en el mundo del deporte es más fulminante todavía.
Un futbolista puede estar en su mejor momento
en el campo y dos minutos después dar un giro radical al asaltar su mente un
recuerdo o visualizar alguna idea con carga emocional.
Un runner puede ir trotando sobrado de energía y en dos
segundos pararse en seco.
La fatiga se cuela en nuestro rendimiento con una facilidad
tremenda ante cualquier presión física o emocional.
¿Cómo evitar que esto suceda?
Ayer os hablé de ello “cognitive appraisal” o “evaluación cognitiva”:
la capacidad del cerebro de manejar situaciones de presión física o emocional
para que el cansancio o la fatiga se reduzcan.
Debemos comprender que no es el desgaste físico el que nos
detiene normalmente, nuestro potencial está mucho más allá. La prueba está en
que si en este momento aparece un león o un hombre con un cuchillo salimos
corriendo a la velocidad de un kenyata.
Es la incertidumbre o el miedo que destruye nuestra
confianza.
No ha pasado absolutamente nada, simplemente una araña imaginaria
se ha metido en nuestro sistema nervioso y lo ha noqueado. Este controla
nuestros músculos y articulaciones transmitiéndole señales de parálisis.
Solución:
En el método Walden, le damos la misma importancia al Walden
Harmony: Sexto Sentido que al entrenamiento físico precisamente por lo
anterior.
Es la capacidad de detectar lo que sucede en nuestra mente
para poder tener preparada una buena estrategia de defensa (nuestro almacén de
metralla) para cuando esto ocurra.
Pasos:
1º.- Comprender el proceso.
2º.- Reconocer la existencia de la tarántula cuando llega. La
mera observación ya de por si es como un soplete aplicado al insecto.
3º.- No exagerar, no asustarse porque esto aumenta su
tamaño, es como echar gasolina al fuego.
4º.- Acceder al bicho para noquearlo a través de la
respiración. Esta nos conectar con la realidad: escaneamos el cuerpo y
cotejamos su buen estado.
5º.- Asumir que no va a desaparecer, pero se va a descargar
del contenido emocional, y se esconderá aburrida esperando otro posible asalto.
6º.- Prepararse para
otro asalto ocupando la mente con una imagen motivadora. Aplastamos a la
tarántula con una visión.
Resultado: Vuelve la energía
Pilar Amián
pamian@metodowalden.com
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