Os reto a que os oigáis hablaros.
Escuchad vuestra conversación interna un día.
Observad cómo nos repetimos
lo mismo una y otra vez, un día detrás de otro.
Somos terribles. Somos el amigo más pesado, repetitivo,
reincidente y aburrido que podríamos tener.
Huiríamos de él como de la peste. Nos esconderíamos por las
esquinas cada vez que lo divisáramos a lo lejos. Pensaríamos: “Dios mío, qué
pesado otra vez con la misma historia!! No avanza, lleva atascado diez años en
el mismo tema!!.”
Y es que nos fascina repetirnos las mismas cosas día tras
día: " Mañana hablaré con mi jefe y le diré, mañana hablaré con ni jefe y le diré, cuando
llegue a casa haré, tengo que hablar con mi marido/hijo/amigo y aclarar, y
vuelvo y vuelvo y vuelvo… ….la hipoteca la cancelo en veinte años, no importa
un alquiler me cuesta más, bueno son solo 20 años….. mañana más,. Y dale que
te pego.
Procesamos unos 2.000.000 de pensamientos al día y repetimos
el 90% de los mismos. En la mayoría de las personas el 80% son ideas negativas,
es decir “preocupaciones”, convirtiéndose en un hábito o más bien en una
adicción.
No somos nada interesantes, somos aburridísimos. ¿Cómo nos
aguantamos? Porque nos hemos vuelto adictos al sufrimiento, a la anticipación
de los desastres. Es un vicio irresistible con consecuencias devastadoras.
En vez de “Ocuparnos” de lo que tenemos que hacer, nos “Preocupamos” como un tocadiscos rayado.
Si odiamos a las personas que nos machacan con la misma
cantinela día tras día, ¿ cómo nos vamos a gustar a nosotros?
La consecuencia devastadora es que bloqueamos la mejor
fuente de inspiración que existe: nosotros. La inundamos de morralla y nos
vemos abocados a buscar las ideas fuera:
imitando, copiando haciendo lo mismo que la masa..
¿Cómo callo mi discurso?
Dite las cosas solo una vez, planea su solución y apártala. Engancha
luego tu mente a algo exterior o a un mantra interno poniéndole siempre
imágenes. Hay que tapar con silicona todos los resquicios por los que se cuelan
las preocupaciones. La silicona son las
imágenes.
Ejemplo:
Anclo mis ojos en el paisaje, observo el entorno, la expresión de la gente, o
miro las copas de los árboles, el cielo…
Si prefiero
la inmersión interior: - puedo por ejemplo rezar pero siempre proyectando imágenes
a la oración, para bloquear al runruneo; - puedo repetir un mantra que coincida
con un sueño o una meta, en cuyo caso le pongo las imágenes de su realización; -
o simplemente puedo respirar, como en nuestro Walden Running, para ello sigo el
recorrido del oxígeno por sus canales y si soy creativo, le añado la imagen del
fuego que enciende al acariciar cada célula.
¿Qué ocurre
después? La consecuencia devastadora desaparece:
Se abre la
caja de Pandora donde estaba atrapada nuestra creatividad. La encerramos allí
el día que crecimos y asumimos responsabilidades. Se libera la inspiración,
censurada durante tantos años y sale despedida como un tsunami inundando tu
mente.
Ejercítalo
en el Running. La teoría nos la sabemos casi todos pero busca una actividad
diaria para iniciarte, hasta que crees un hábito automatizado.
Ancla tu mente en la respiración y fija tus ojos en el
paisaje. Obsérvalo y no dejes de proyectar imágenes de runners famosos,
familiares queridos, de tribus de Kennyatas, linces, gacelas o pajaritos
corriendo a tu lado. Móntate en las alas de un águila si prefieres ayuda. Cambia
el escenario si no te gusta el que ves, pon un atardecer con una puesta de sol,
un cielo lleno de estrellas si adoras la noche o el desierto en Jordania.
Modifica el terreno y siente que corres, como un intermediario entre el cielo y
la tierra.
Nuestra
mente está cubierta por una malla con millones de resquicios. Cúbrelos con una
película impermeable llena de escenas. Sitúa una imagen en cada poro para que
no acceda nada a ella.
Os reto a
descubrir el resultado.
Pilar Amián
Cofundadora del Walden Running
Os esperamos en Walden, el Retiro o Majadahonda y este
verano os acompaño al faro de Cabo de Palos.
Pamian@metodowalden.com
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