jueves, 10 de noviembre de 2016


LA SALUD Y EL MOVIMIENTO

 

La palabra salud en la cultura oriental y occidental tiene dos acepciones distintas.

            En Occidente se denomina así a la “ausencia de enfermedad”; en Oriente, la medicina tradicional china la define como “estado en el que se encuentran en EQUILIBRIO todas las energías de modo que el hombre puede desarrollar ÍNTEGRAMENTE todas sus funciones.” Luego éstas última acepción recoge estados de ausencia de salud que en Occidente no se consideran. Es decir, puedo no estar enfermo según Occidente y si, según Oriente puesto que no puedo desarrollar mis funciones íntegramente.

            Oriente pone su acento en la prevención, en intervenir antes de que la enfermedad se desarrolle, en ver las señales que nos manda nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu para reestablecer el equilibrio para el que estamos programados. En Occidente se enmascaran las señales con los calmantes, antiinflamatorios….           

            ¿Y cómo se produce la enfermedad o el desequilibrio fundamentalmente?

            Cuándo el hombre deja de realizar sus funciones básicas o las realiza inadecuadamente. Se bloquea el fluir de la energía (Chi) y nuestro cuerpo empieza a protestar.

            Una de las FUNCIONES BÁSICAS del hombre que se obvia desde la revolución industrial es la de MOVERSE (el running).

            El hombre tiene que comer, respirar, relacionarse y MOVERSE. Si no realiza esas funciones o las realiza desequilibradamente se muere o ENFERMA.

                        Esta es una premisa importantísima que los médicos occidentales consideran con la boca chica pero es tan importante como comer, dormir, respirar y socializar.

            El desempeño de las funciones vitales del ser humano tiene que provocar placer y el movimiento como una de ellas lo produce. Hemos adulterado tanto nuestro “modus vivendi” y distorsionado tanto en nuestra mente aquello que nos produce placer y lo que no, que hemos acabado asociando al “estar tirado en el sofá no haciendo nada, viendo los realities, estar encerrados en cuatro paredes sin ver el sol, y muchas otras actividades inmovilistas” con  placer y el movimiento con algo de “cobardes, amargados, obsesionados, masoquistas…”

            Nuestra identidad impostora tiene tanto poder que controla nuestra atención, nuestro lenguaje y nuestra postura para afincarse en nuestra mente, creando rutas neuronales de comportamiento y hábitos que a la larga (según su definición occidental) y a corto plazo (definición oriental) acaban con nuestra SALUD.

           

                                   SINO ME MUEVO ENFERMO O MUERO.

                        Enferma mi mente, mi cuerpo y mi alma. “Hemos nacido para movernos”

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