LA SALUD Y EL MOVIMIENTO
La palabra salud en la cultura oriental y occidental tiene dos acepciones distintas.
En
Occidente se denomina así a la “ausencia
de enfermedad”; en Oriente, la
medicina tradicional china la define como “estado en el que se encuentran en EQUILIBRIO
todas las energías de modo que el hombre puede desarrollar ÍNTEGRAMENTE todas
sus funciones.” Luego éstas última acepción recoge estados de ausencia de salud
que en Occidente no se consideran. Es decir, puedo no estar enfermo según
Occidente y si, según Oriente puesto que no puedo desarrollar mis funciones
íntegramente.
Oriente
pone su acento en la prevención, en intervenir antes de que la enfermedad se
desarrolle, en ver las señales que nos manda nuestro cuerpo, nuestra mente y
nuestro espíritu para reestablecer el equilibrio para el que estamos
programados. En Occidente se enmascaran las señales con los calmantes,
antiinflamatorios….
¿Y cómo se produce la enfermedad o el
desequilibrio fundamentalmente?
Cuándo
el hombre deja de realizar sus funciones básicas o las realiza inadecuadamente.
Se bloquea el fluir de la energía (Chi) y nuestro cuerpo empieza a protestar.
Una
de las FUNCIONES BÁSICAS del hombre
que se obvia desde la revolución industrial es la de MOVERSE (el running).
El
hombre tiene que comer, respirar, relacionarse y MOVERSE. Si no realiza esas
funciones o las realiza desequilibradamente se muere o ENFERMA.
Esta
es una premisa importantísima que los médicos occidentales consideran con la
boca chica pero es tan importante como comer, dormir, respirar y socializar.
El
desempeño de las funciones vitales del ser humano tiene que provocar placer y
el movimiento como una de ellas lo produce. Hemos adulterado tanto nuestro “modus
vivendi” y distorsionado tanto en nuestra mente aquello que nos produce placer
y lo que no, que hemos acabado asociando al “estar tirado en el sofá no
haciendo nada, viendo los realities, estar encerrados en cuatro paredes sin ver
el sol, y muchas otras actividades inmovilistas” con placer y el movimiento con algo de “cobardes,
amargados, obsesionados, masoquistas…”
Nuestra
identidad impostora tiene tanto poder que controla nuestra atención, nuestro
lenguaje y nuestra postura para afincarse en nuestra mente, creando rutas neuronales
de comportamiento y hábitos que a la larga (según su definición occidental) y a
corto plazo (definición oriental) acaban con nuestra SALUD.
SINO ME MUEVO ENFERMO O MUERO.
Enferma
mi mente, mi cuerpo y mi alma. “Hemos nacido para movernos”
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