lunes, 1 de agosto de 2016


LA MENTE TAMBIÉN ES UN MÚSCULO  

      Para iniciarse en el RUNNING, (como en cualquier otra actividad que suponga un cambio en nuestra rutina), hay que empezar por cambiar nuestro interior. Esto parece absurdo, lo más lógico es empezar poniéndose las zapatillas y salir a sufrir.

      Si hiciéramos esto último, lo que ocurriría es que al final, desistiríamos, tarde o temprano, porque como todos sabemos “la cabra tira al monte”.

      Pongamos el ejemplo de Tarzán o el del niño de la selva, bien conocido por todos. Podemos ponerles zapatos, vestirlos, enseñarles a hablar, llevarles a la ciudad. Al final, por mucho esfuerzo que hagan por adaptarse, su naturaleza interior, sus deseos, sus inercias adquiridas con los años, harán que vuelvan a la selva, a su hábitat natural grabado durante años en su subconsciente.

      Lo mismo pasa con el running, tenemos que modificar nuestra imagen interior, grabarla en nuestro subconsciente, autosugestionarnos, convenciéndonos de que este deporte es parte de nuestra naturaleza.

      ¿Cómo? HEMOS NACIDO PARA CORRER.

       Esta es la base de la sugestión, hay que creérselo, y esto es fácil porque es nuestra realidad desde el origen del ser humano y no ha cambiado desde entonces, está en nuestros genes.

      Nuestra mente está llena de pensamientos o prejuicios sobre nosotros que tenemos que empezar a sustituir. Son las transparencias de las diapositivas que proyectamos en la pantalla (nuestro exterior, nuestra realidad).

      Hay que quitar las transparencias de “yo no puedo, me canso, peso demasiado, esto no es para mi, supone demasiado esfuerzo”. Insertar unas cargadas de emociones y sentimientos “todos podemos correr, no importa el peso o la edad, está dentro de nuestros genes, mi cuerpo lo necesita, tengo ganas de vivir, puedo conseguir lo que me proponga” y otras en tres dimensiones con visualizaciones de africanos corriendo ligeros, gacelas, niños, nosotros con una sonrisa trotando, disfrutando”.

      Al acostarnos volvemos a proyectar mentalmente estas transparencias, y así día tras día, hasta que a los 21 días sin apenas darnos cuenta, estos mensajes subliminales que vamos incrustando en nuestro subconsciente voluntariamente, empiezan a salir solos y sin saber cómo un día nos levantamos y decimos “tengo que correr”. Nuestra realidad ha cambiado.

      La MENTE es un MÚSCULO, si se ejercita se transforma y crece.

 

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