Papel blanco.
He salido sin reloj
He abierto la puerta y he dejado el Garmin en casa. Nadie
sabrá jamás, ni siquiera yo, la
distancia, el tiempo o la velocidad a la que habré corrido.
No habrá huellas.
Mis chicos triatletas me dijeron luego: “Pilar, eso no cuenta,
no sirve de nada, es como papel blanco, como el libro que un día decidió
escribir Paco Umbral con la tinta en blanco.”
“Vaya”, -dije.
Sin embargo, sí hubo un cambio:
Tomar conciencia de que no habría huella hizo que me
relajara al instante. Sentí el cuerpo más ligero como si hubiera soltado una
mochila llena de plomo. Corrí por caminos más estrechos y bonitos porque no me
importaba bajar mi tiempo. Me detuve, por primera vez, cuando me preguntaron por
la salida a Pozuelo y lo expliqué con paciencia sonriendo porque mi ritmo no
era rastreado. Me senté a observar un árbol caído e incluso me paré para
quitarme una piedra que se me había metido en la zapatilla, increíble antes hubiera
preferido terminar con el pie sangrando a perder unos segundos para solucionar
el problema
Chicos lo siento, sirvió para algo, mi alma si percibió las
huellas. Fue más ligera.
Y me pregunto:
¿No planeamos así nuestra vida? ¿Cómo los triatletas?
Salimos de casa pensando en la distancia que tenemos que
cubrir, la velocidad a la que debemos resolver los planes, las metas que
debemos completar y el tiempo en que debemos realizar cada faena. Empezamos el
día con la mochila repleta de obligaciones y el reloj vigilando que las cumplamos
en el tiempo previsto.
Si por el camino nos interrumpe algún hijo con un: “mami,
mami….mira esto….” Apenas le hacemos caso porque no están previstos estos cinco
minutos de retraso en la agenda, como no
lo suele estar mi camino más estrecho y bello.
Si durante el día alguien nos pide ayuda lo despachamos en
dos segundos protestando porque debemos seguir avanzando.
Si una imagen bonita se presenta improvisadamente delante de nuestros ojos, ni la observamos,
tenemos la mente en el futuro.
Incluso si surge un problema , una piedra, que nos está
entorpeciendo el camino, preferimos arrastrarlo durante todo el día, -incluso
toda la vida-, a pararnos, prestarle atención, resolverlo y quitárnoslo de
encima. Al día siguiente no será una china sino un pedrusco.
Cumpliremos nuestras metas pero a trompicones, llenos de
ansiedad y estrés y sin
Chicos quizás dejar el reloj sea papel blanco para la
historia del mundo pero mi historia personal será diferente:
La
huella será una sonrisa en el alma.
Así que decidí grabar la imagen borrosa en mi recuerdo:
Odio correr, este día no ha sido una salida de runner, fue una
de Walden Runner.
Pilar Amián.
Fundadora del Metodo Waldenwww.metodowalden.com
pamian@metodowalden.com
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