EL SONIDO DEL RUNNING.
El
sonido de la armonía entre el pensamiento, el sentimiento y la acción es el
silencio.
El
cuerpo nos avisa de la proximidad de la enfermedad (física, mental o
espiritual) con el mensaje taimado de “tengo rodilla, tengo cerebro o tengo corazón
y alma” . Es el pájaro espino que empieza a desperezarse, agitando sus plumas,
antes de emitir su dulce canto.
El
dolor viene después cuando se ignora este ligero aleteo y entonces comienza la
triste música y la enfermedad.
Hemos
perdido la capacidad de escuchar a nuestro cuerpo y a nuestra alma. Vamos
corriendo de un sitio a otro, con los sentidos embotados por el ruido exterior
(de la gente, de los coches, de la radio, de nuestro pensamiento, de la música,
del móvil..) y cuando nos llega el S.O.S. interior ni siquiera lo oímos.
El
lado espiritual del RUNNING es tan
importante o más que el lado físico e incluso mental. Sin trabajar este lado
dejamos pasar la maravillosa oportunidad de devolver el equilibrio y la armonía
a nuestra vida .
Podemos
usar el running para quemar calorías, para estilizar la figura o para estar en
forma, pero si no aprovechamos la opción anterior perdemos la mayor ventaja que
éste nos ofrece. El running será nuestro estetoscopio.
Se
dice que el estrés aparece cuando la mente pide una cosa y el cuerpo hace otra,
es el no quiero pero no me atrevo o no sé decir que no.
¿Cómo
y porqué? El Chikung
Elegimos entre
correr como RoboCop o hacerlo como si de una danza se tratara, sintiendo que
trabajan al unísono, (en total coordinación) el cuerpo, la mente y el espíritu.
En este caso no sólo deja de ser un esfuerzo sino que además se irá modificando
poco a poco nuestra actitud ante la vida.
Aprendemos a priorizar,
a traducir los mensajes internos, a descubrir nuestra función en esta vida y a
extraer la energía necesaria para llevarla a cabo.
Con
artes como el Chi Kung o el Taichi a través de pasos sencillos (que a primera
vista parecen absurdos) empezamos a trabajar la coordinación de nuestro cuerpo.
Al principio nos sorprenderá la
incapacidad que tenemos para girar o deslizarnos suavemente, nuestros pasos y
brazos discurren por un camino diferente a nuestra mente (los pensamientos van
y vienen) y a nuestro espíritu (chi).
Somos
incapaces de aunar siquiera en unos breves minutos estos tres planos de nuestra
existencia.
Pero
poco a poco vamos consiguiendo abstraernos de la realidad que nos rodea,
cerrando los ojos al exterior, anclando la mente en la respiración y moviendo
el chi o energía que nos anima con las palmas de las manos.
Estos
breves momentos de claridad nos van devolviendo la capacidad de escuchar la
música o el silencio de nuestro cuerpo.
Lo trasladamos al running
El running es el chikung en movimiento. La postura y la pericia
necesaria son las mismas. Las piernas flexionadas, las plantas de los pies
acariciando el suelo, la pelvis adelantada, los brazos doblados en ángulo de 90
grados, los hombros echados hacia atrás y el pecho mirando al cielo.
Una
vez debidamente posicionados despegamos los pies del suelo y avanzamos.
Empieza
el baile. Balanceamos los brazos hacia delante y hacia atrás sosteniendo entre
las palmas de las manos el chi, (el espíritu que nos anima) ofreciendo al mundo
la función que hemos venido a desarrollar.
Dirigimos
nuestros pensamientos a la respiración, sintiendo como el aire llega a nuestro
abdomen, recoge nuestro potencial y lo expande por nuestro cuerpo. Meditamos
sobre nuestro lugar en este mundo.
Y
lo coordinamos todo con nuestros pasos. Todos a una.
Se
retira el pájaro espino y comienza el sonido del silencio.
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